Philippe Granato, Vinekar Shreekumar, Olivier Godefroy, Jean-Pierre Van Gansberghe y Raymond Bruyer
Antecedentes: La medición de la capacidad de reconocer emociones faciales ha sido objeto de un número cada vez mayor de estudios. Sin embargo, la heterogeneidad de los dispositivos de medición utilizados y de las imágenes analizadas ha dado lugar a acuerdos parciales y resultados contradictorios en la literatura científica. La falta de un consenso sobre los dispositivos de medición computarizados empeora la situación. Descripción del estudio y métodos utilizados: Se trata de un estudio controlado, aleatorizado, de grupos paralelos, con enmascaramiento simple, sin beneficio individual directo para los voluntarios. Se utilizó el Método de Análisis de Investigación de la Integración Emocional (MARIE), que es un “software”, es decir, un dispositivo de medición computarizado que cuantifica el proceso de reconocimiento facial de las emociones. Esta herramienta y la metodología se ilustran ampliamente en artículos publicados previamente por los mismos autores y por el autor principal. Se establecieron parámetros y estándares prescriptivos para el reconocimiento de la ira, el asco, la alegría, el miedo, la sorpresa, la tristeza y la neutralidad en tres rostros de un grupo de control de 204 sujetos de entre 20 y 70 años, todos caucásicos blancos del norte de Francia, cuyas funciones cognitivas estaban en un nivel óptimo. Por lo tanto, los sujetos de la muestra del estudio se describieron en este artículo como “supranormales”. Este estudio se realizó entre abril de 2000 y abril de 2005 en el norte de Francia, en la ciudad de Lille, ciudad natal de Duchenne de Boulogne (1806-1875), famoso por su sonrisa de Duchenne. Resultados: Los resultados indicaron que: 1) a cualquier edad del sujeto, a) la alegría es la emoción más reconocida, y b) la ira es la más difícil de reconocer; 2) el envejecimiento de los sujetos altera la capacidad de reconocer la emoción en un rostro determinado; 3) el reconocimiento de una emoción determinada depende del rostro en el que se expresa; 4) el reconocimiento del miedo y el asco persiste en el mismo nivel, a pesar del envejecimiento de los sujetos; 5) el reconocimiento de la alegría mejora con la edad; 6) la identidad de un rostro es importante en el reconocimiento de emociones; 7) el nivel de educación no afecta la capacidad de reconocer emociones faciales, y; 8) el 1% de la población supranormal con un nivel óptimo de cognición tiene dificultad para reconocer expresiones emocionales faciales. Conclusiones: El potencial innato para expresar y reconocer emociones faciales (RFE) se manifiesta típicamente en la infancia mucho antes de la adquisición del lenguaje y las influencias culturales. El estudio rastrea esta capacidad como una "línea de desarrollo" única para una muestra homogénea de adultos utilizando una herramienta de medición especial. El análisis cuantitativo de los hallazgos conduce a la conclusión de que necesitamos refinar aún más nuestra definición científica de lo que constituye "emoción" e identificar procesos neuropsicológicos y neurobiológicos complejos innatos en los que una serie de determinantes que van desde las dotes innatas hasta las influencias socioculturales interactúan de maneras aún poco entendidas. A pesar de eso, se puede concluir que la sabiduría cultural convencional o los impulsos innatos de supervivencia de la especie pueden estar influyendo en las diferencias encontradas en la capacidad de percibir, discernir y etiquetar ciertas emociones canónicas de manera precisa y eficiente. Además, existen algunas tendencias definitivas que pueden inferirse para orientar la práctica clínica. Por ejemplo, la alegría es universalmente reconocida y, por lo tanto, puede ser más relevante para construir una relación terapéutica que la expresión neutral de las emociones del terapeuta en la mayoría de los entornos terapéuticos presenciales. También existen variaciones en esta capacidad en los sujetos que envejecen, que cambian en direcciones positivas y negativas para diferentes emociones para su expresión y reconocimiento a lo largo del ciclo de vida. Algunas tendencias pueden identificarse definitivamente como variaciones normales.
Este estudio sobre una pequeña muestra culturalmente homogénea de población caucásica francesa blanca abre muchas áreas para futuras investigaciones, para la replicación en varios otros grupos, estudios de diagnóstico clínico e intervenciones terapéuticas tempranas.