Eman Ibrahim Anwar
Abstracto
En la pandemia de infección por COVID-19, la edad y el estado de salud preliminar ya no fueron una barrera contra la morbilidad y mortalidad asociadas a esta enfermedad. Se informó que una respuesta inmune desregulada y una liberación exagerada de citocinas estaban en el fondo de la enfermedad. Aunque se informó pérdida del gusto y el olfato en las complicaciones de la infección posterior al virus, en COVID-19 fue un signo alarmante temprano en el que la enfermedad comienza con su patogénesis. Este signo está en consonancia con la presentación clínica de deficiencia aguda de zinc. En COVID-19, la patogénesis puede explicarse posiblemente como la redistribución de iones de zinc y la disfunción celular inmune aguda debido a la deficiencia sérica de zinc, como se informó en varios estudios sobre sepsis. Los estudios informaron que la deficiencia de zinc da como resultado múltiples cambios inmunológicos, un cambio hacia una respuesta inmune predominantemente innata. Esta última no es tan eficaz en la eliminación inmune viral como la respuesta inmune adaptativa. En particular, la homeostasis de los micronutrientes juega un papel clave en el mantenimiento de una respuesta inmune saludable, especialmente el zinc. Estudios actuales sobre ionóforos de zinc, especialmente cloroquina y quercetina, han demostrado su eficacia en la morbilidad y mortalidad por COVID-19 con una administración temprana. Se postula que la suplementación con zinc combinada con ionóforos de zinc puede ofrecer efectos antivirales e inmunomoduladores duales a favor tanto del mantenimiento como del restablecimiento de una respuesta inmunitaria celular eficaz.