En algunos países, las mujeres deben consultar primero a un médico de cabecera (GP; también conocido como médico de familia (FP)) antes de acudir a un ginecólogo. Si su condición requiere capacitación, conocimiento, procedimiento quirúrgico o equipo que no está disponible para el médico de cabecera, se deriva a la paciente a un ginecólogo. Como en toda la medicina, las principales herramientas de diagnóstico son la historia clínica y el examen. El examen ginecológico es bastante íntimo, más que un examen físico de rutina. Como ocurre con todas las especialidades quirúrgicas, los ginecólogos pueden emplear terapias médicas o quirúrgicas, según la naturaleza exacta del problema que están tratando. El tratamiento médico pre y postoperatorio a menudo empleará muchas terapias farmacológicas estándar, como antibióticos, diuréticos, antihipertensivos y antieméticos.
Además, los ginecólogos utilizan con frecuencia terapias especializadas de modulación hormonal para tratar trastornos del tracto genital femenino que responden a las señales pituitarias y/o gonadales.