Paolo Nardi, Marco Russo, Guglielmo Saitto y Giovanni Ruvolo
La estenosis valvular aórtica (EA) es la patología valvular más común en los ancianos, con una prevalencia estimada del 4,6% en pacientes mayores de 75 años. La mayoría de los pacientes permanecen asintomáticos durante décadas y cuando desarrollan síntomas, el pronóstico se vuelve drásticamente malo con una mortalidad estimada del 50% en dos años sin tratamiento quirúrgico. El reemplazo valvular aórtico (RVA) representa el estándar de oro para el tratamiento de pacientes afectados por estenosis valvular aórtica. Introducido en la década de 1960, el RVA se asocia con excelentes resultados a largo plazo y baja mortalidad y morbilidad perioperatoria. Con el envejecimiento de la población, el número de pacientes con EA aumentó progresivamente y el perfil típico del paciente se ha vuelto cada vez más complejo con más patología asociada y mayor riesgo quirúrgico. En este escenario complejo, la introducción de la implantación de válvula aórtica transcatéter (TAVI) ha alterado profundamente el panorama de la medicina cardiovascular.